[De los escritos de la Beata Maria Deluil-Martiny, Fundadora de las Hijas del Corazón de Jesús]
Es necesario conquistar almas para Jesucristo. A los esfuerzos infernales para arranzar las almas a Jesucristo, opongamos el celo y la donación del amor. ¡Cuánto erraría un alma que viniera a buscar esclusivamente en nuestro Instituto la propia perfección! Una Hija del Corazón de Jesús debe ser no sólo otro Jesús Crucificado por el espíritu de sacrificio y de voluntaria penitencia, o como otro Jesus Hostia por el espíritu de oblación y de inmolación perpetua, sino que debe ser también otro Jesús Redentor cumpliendo en sí misma “lo que Jesucristo debe sufrir en nosotros, para la formación de su cuerpo que es la Iglesia”, por las mismas intenciones del sacrificio de Nuestro Señor, que son la gloria de Dios y la salvación de las almas.
Esta humilde Sociedad no está fundada solamente para la salvación y la santidad de sus miembros, sino para que sus miembros se dediquen, con la ayuda de la gracia y con todas sus fuerzas, a la salvación de las almas, para el servicio de los sagrados intereses del Corazón de Jesús, de la Santa Iglesia y del Sacerdocio Católico, por medio de la oración, del sacrificio, de la difusión de la devoción al Corazón adorable de Jesús y hacia la Virgen Inmaculada, Reina y Auxiliadora de la Iglesia».
¿Y cómo podremos desde nuestra profunda miseria elevarnos a cosas tan sublimes? Hermanas, haremos todo por medio de Jesucristo; mediante nuestra unión con su Corazñon y su sacrificio, el ofrecimiento de sus méritos infinitos y del preciosísmo cáliz de su Sangre adorable. Haremos todo por María, la Asociada al Divino Sacrificio, por la cual viene siempre la ayuda divina a la Iglesia contra sus enemigos, y que, después de haber aniquilado todas las herejías, destruirá ciertamente también la gran apostasía social de los tiempos presentes.