Me ha escrito una querida lectora que está sufriendo y tiene necesidad de ser alentada en la vida espiritual.
“Hola, tengo 38 años, me llamo [...] y estoy buscando alguien que me aconseje, que me dé algunas indicaciones: tantas veces he rechazado la Gracia a causa de mi frágil vocación, por motivos familiares y ¡¡¡¡¡ahora estoy confundida, inquieta y a veces me siento tan triste!!!!!
En estos momentos estoy escribiendo con el corazón lleno de tristeza y no se qué hacer, cómo comportarme, también porque estoy viviendo un periodo muy malo: no solamente siento tener poca fe, sino que mi familia y yo estamos viviendo momentos difíciles [...]. ¡Qué Dios nos conceda la gracia de superar todo esto!...
Por favor, espero con confianza una respuesta vuestra.
Queridísima hermana en Cristo,
en privado te envié una larga carta de consuelo para tu alma, porque me apena saber que tu corazón está lleno de tristeza. Cuando nos sentimos abatidos, la mejor cosa que podemos hacer es refugiarnos en las manos de Dios que puede confortarnos plenamente. Los santos, en medio de tantas tribulaciones de toda clase, encontraban consuelo abandonándose al amor misericordioso de la Santísima Trinidad.
Cuando te sientas triste y tengas necesidad de alguno con quien hablar de temas espirituales, no dejes de escribirme. No te preocupes, no es para mí una molestia, es más, es una alegría poder hablar de cosas devotas y virtuosas. San Francisco de Sales aconsejaba a los seglares de cultivar amistades espirituales, porque de este modo se animaban mutuamente en la práctica de la virtud cristiana. En los momentos de desconsuelo, debemos recordar que en este valle de lágrimas estamos sólo de paso y que pronto nuestra vida terminará. Y si habremos sido fieles al Buen Jesús, podremos finalmente vivir en el gozo por toda la eternidad. Decía San Francisco: "Tanto es lo que espero, que toda pena me es querida". Además si aceptamos con alegría o al menos con resignación los sufrimientos de cada día, podemos ofrecerlo a Dios por la conversión de las almas redimidas por la Sangre de Cristo. Coraje, no te desanimes, Jesús y María no te abandonarán jamás. Permanecemos unidos en la oración y si quieres, también por carta.
Aprovecho la ocasión para saludarte fraternalmente en Cristo Rey y María Corredentora del género humano.
Cordialiter