Una joven que está discerniendo su vocacion me escribió para pedirme información sobre congregaciones religiosas de estricta observancia. Además me confió de no haber podido encontrar un buen director espiritual a quien abrir el corazón. En efecto es muy difícil encontrar un buen guía espiritual que pueda dirigir un alma en el camino de la perfección cristiana. San Francisco de Sales era un gran experto en la materia, y a tal propósito escribió, que uno sobre diez mil, es capaz de asumir esta delicada tarea. Siempre según este gran santo, si un padre espiritual no es docto, caritativo y prudente, es peligroso dejarse guiar por él. Según creo, o se confía a un director espiritual verdaderamente bueno, o es mejor quedarse sin él. Mientras al confesor es suficiente decir los pecados cometidos, al director se necesita en cambio contar tantas otras cosas de la vida interior. Pero si el director no es experto en materia ascética y teológica, ¿Como hará para dirigir un hijo espiritual? Además, para encaminar un alma en las cosas espirituales, es muy importante haber experimentado personalmente la vida de la perfección. Pero si un padre espiritual tiene y ha conducido siempre una vida relajada e imperfecta, ¿Cómo podrá guiar las almas a la ascésis?
San Alfonso Maria de Ligorio se lamentaba del hecho que ciertos sacerdotes religiosos, cuando un joven pide consejo sobre la vocación, le desaconsejan entrar en el monasterio diciendo que también en el mundo se puede vivir santamente. A lo que San Alfonso comentaba que aquellos sacerdotes o se hicieron religiosos sin vocación, o no saben que cosa quiere decir vocación. Desaconsejo totalmente de confiar la propia alma a las manos de un directores espirituales de esta clase. Alguno atraído de la vida religiosa dirá: “Pero yo, atraido de la vida religiosa, todavía no he encontrado un buen padre espiritual, ¿Qué debo hacer?” . Según creo, en estos casos es aconsejable ponerse en contacto con un buen monasterio de estricta observancia para poder trascurrir en él algunos días de disernimiento vocacional. Serán los superiores del monasterio quienes examinarán la vocación; para ellos no será una tarea difícil. He aquí lo que escribió el Papa Pio XI en la Encíclica “Ad catholici sacerdotii”, a propósito de la vocación sacerdotal: “Ni sará dificil al ojo vigilante y experto de […] quien sigue y estudia amorosamente cada uno de los jóvenes que se le han confiado y sus inclinaciones, no sará difícil, digamos, corroborar si uno tenga o no, una verdadera vocación sacerdotal. Esta, como bien sabéis, Venerables hermanos, más que en un sentimiento del corazón o en una atracción sensible, que alguna vez puede faltar o desaparecer , se revela en la recta intención de quien aspira al sacerdocio, unida a aquel complejo de dotes físicas, intelectuales y morales que lo hacen idóneo para tal estado. Quien tiende al sacerdocio unicamente por el noble motivo de consagrarse al servicio de Dios y la salvación de las almas y junto con esto, tiene, o al menos espera seriamente adquirir una sólida piedad, una pureza de vida a toda prueba, una ciencia suficiente en el sentido que hemos expuesto anteriormente, éste demuestra ser llamado por Dios al estado sacerdotal.”